El cuarto día toca mudarnos de Cangas de Onis a Oviedo, para continuar con nuestro periplo astur.
En teoría, hoy toca día de descanso. Bueno, de descanso de bicicleta, porque la idea es ir a la playa a «montarnos en las olas». Cuánta felicidad aporta la ignorancia!, como dijo mi amigo Platón.
Alquilamos el equipo en la playa de Rivadesella, en Waikiki Surf, la tienda de Nano, un grande del Surf en el Norte. La anecdota la aportó más de uno que hizo la prueba de neopreno hasta 4 veces, agotando todas las combinaciones posibles -del reves, del reves al reves, al reves y correcto- y demostrando una habilidad innata en estos menesteres. Nano sabía que podía confiar en nosotros, estábamos en la tribu.
Entre las múltiples habilidades de Berli y Miguelillo está la práctica de surf -yo creo que les cargan el entrenamiento en Matrix-, así que aprovechamos para tomarlos como monitores de esta experiencia. Primeras nociones en tierra, parece que tenemos madera. Esto está chupao: tumbado, rodilla adelante, y parriba. Pim-pam.
La experiencia resultó agotadora pero muy estimulante. Con la típica suerte del novato, al principio fue bastante bien, casi -casi- conseguimos pillar alguna ola. Yo llegué a ponerme de rodillitas sobre la tabla, y conseguí atisbar lo que puede sentirse practicando este deporte. Me divertí mucho, pero conforme avanzó la mañana se fue complicando entrar en el agua sin que las olas nos expulsaran a la orilla.
Tras unas horillas peléandonos con el mar, devolvimos el equipo para tranquilidad de Nano y nos pusimos en camino a Oviedo, teníamos alojamiento en el centro. Aparcamos, subimos todo el equipo (bicis, maletas, etc) nos duchamos y salimos a hacer turismo, incluyendo compritas de rebajas.
La cenita al lado de casa espectacular, como siempre nos sucede en esta tierra.
Y como colofón del día, los niños se van a casa a dormir que están muy cansados y mañana nos toca una de las etapas más duras y míticas de los puertos de montaña en España: El Angliru.
Los veteranos deciden darse una vueltecita para conocer el ambiente nocturno de Oviedo, cuestión de energía y curiosidad turística. La zona de marcha estaba cerca de casa, aunque de ambiente muy juvenil. Parecíamos dos padres responsables buscando a nuestros niños juerguistas, pero éramos dos niños juerguistas atrapados en cuerpos de padres responsables.
Un par de cervecitas y pa casa, que la montañilla esa de mañana nos la hacemos con la punta de la….
Tengo que aprovechar este día de descanso y estrecha convivencia con Joaquín para contar la «Leyenda de Hulio». No se en qué momento concreto del viaje nos dimos cuenta que Joaquín viene con un elegante vestuario que haría sombra al gran Julio Iglesias. Y aprovechando la ola de memes del mes de Julio, nos sumamos a la tendencia y ponemos definitivamente el apodo ciclista a Joaquín, que a partir de ahora pasará a llamarse «Hulio», de igual manera que yo me llamo Tigre y no respondo por Sergio.
Cuantas risas nos hemos echado con el Hulio, un grande entre los grandes. Ovación con el público en pie.
30 octubre, 2024 a las 8:11 pm
Buenísimo Tigre!!! Gracias x compartirlo ❤️