Me iba a apuntar a una piscina, pero mientras dure el buen tiempo, he preferido nadar en el mar. Tengo la suerte de vivir a 1,5 km de la playa de la Malagueta. Echo una carrerita y ya tengo los pies en el «lavachochos», distinguido sobrenombre de esta privilegiada playa urbana. Me he dado cuenta hace poco, sin ser muy consciente de ello, que la playa de la Malagueta forma parte íntima de la geografía de mi vida: Nací en el antiguo hospital «18 de Julio», ahora gobierno civil, que está en el paseo marítimo. Mi hijo Mario nació en el hospital que está al lado, el Parque San Antonio. Estuve trabajando durante más de 15 años junto a esa playa. Las cenizas de mi madre las arrojamos al mar donde está sumergida la Virgen del Carmen. Ahora nado en esa playa, y me acuerdo de ella (¿quién podría olvidar a la Pepa?) cada vez que me sumerjo en el mediterráneo. Quizás me acompañe, me proteja, y me haga mejorar cada día.
Bueno, dejemos atrás el momento trascendente, y volvamos a la natación en aguas abiertas. Por cierto, me suena a nadar en el pacífico sur eso de «natación en aguas abiertas». Aguas abiertas no se, pero aquí lo de «nata-ción» es cierto en algunas épocas del año, con bochornosos barquitos «quitanatas», vaya tela.
Me pregunto lo que pensarán los clientes del recientemente estrenado Hotel Miramar, una pasada de hotel 5 estrellas gran lujo, cuando vean al barquito…o cuando me vean a mi, con mi gorrito y mi trajecito de neopreno marca-molla. Un lujaso.
Tengo pendiente hacerme al neopreno, porque al principio no me compensaba la mejora de flotación con la incomodidad de llevarlo. Los dos triatlones de Málaga y Playas de Torremolinos en Octubre los hice sin neopreno. Ahora estamos en una época del año que meterse en el agua parece de locos, quizás lo sea. Pero desde un punto de vista científico, la temperatura del mar a principios de diciembre es similar a la del mes de septiembre, 17-19º y con un neopreno sólo da un poco de repelús al entrar. Al empezar a nadar, no se nota nada. De todas formas me he comprado un gorro de neopreno también, voy guapísimo, parezco el condón de un negro.
Estoy haciendo como unos dos kilómetros de nado, casi sin parar, sólo para bajar un poco las pulsaciones o revisar el pulsómetro, que lleva un GPS y funciona aunque sea en el mar, una caña. No es completamente preciso, pero da una idea bastante aproximada del entrenamiento. Aunque las pulsaciones son demasiado bajas, algo pasa.
He estado leyendo y parece ser que por debajo de 16º empieza a ser un poco chungo nadar mucho tiempo, y teniendo en cuenta que voy solo, aunque nado en paralelo a la playa, entre la boya y la orilla, a unos 100m, no quiero arriesgar. Si la temperatura es inferior a 16º o haya algo de oleaje no saldré a nadar, de momento. Es más incómodo salir del mar y quitarse el neopreno mojado, el otro día hacía 16º en el mar y 15º fuera. Ya he nadado varias veces y la experiencia ha sido muy satisfactoria.
La última vez comencé nadando con nubes, pero cuando regresaba, salió el sol. En el mp3 sonaba una canción de David Bowie, que la tierra le sea leve. Al cambiar de lado, miraba hacia mar adentro, y sobre la boya se posó una gaviota, con el sol reflejándose detrás. Fue un momento sublime, difícil de expresar. Por momentos como este, merece la pena to la tontería esta.
Por cierto, hay una página muy chula de Puertos del Estado, donde se puede consultar el oleaje, temperatura, etc, de toda la costa española. Acabo de poner un widget a la derecha en el blog, que tiene información en tiempo real de la boya que hay en la playa y que da información de Tª y oleaje de la Malagueta, para poder tener siempre a mano la información climatológica. Que caña de blog, madresanta.
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