Casi todos los ciclistas somos polifacéticos: somos peatones, ciclistas, motoristas, y automovilistas. Aunque yo, para ser feliz, quiero un camión. Perdón, es que entraba de cajón. Que, por cierto, rima con camión. Volvamos a la cuestión (que rima con…): la mayoría de los ciclistas entendemos a los demás, porque somos como ellos dependiendo de la hora del día: que hay que respetar a los peatones -o nos cagamos en la madre que pario del tío desaprensivo que va en bicicleta y que casi nos atropella al niño por la acera- y que nos molesta cuando nos ralentizan la marcha del coche hasta el siguiente semáforo en rojo. La épica y desigual lucha entre un autobús y un ciclista sólo la entiende el que la lleva. Tener paciencia con un ciclista es difícil para todos, incluso para los propios ciclistas cuando vamos conduciendo nuestros camiones de reparto, siendo felices.
Los ciclistas, a parte de poder mear en el culote, debemos entonar una parte de mea culpa de la situación, en cuanto a no saltarnos los semáforos y tratar de ir por la derechita, minimizando ocupación del carril, por ejemplo. Aunque muchos ciclistas opinan lo contrario, que debemos ocupar todo el carril para evitar un adelantamiento con menos de 1,5 m.
La responsabilidad de los conductores con los ciclistas es muy alta. Se trata de vidas humanas, que se pierden cada fin de semana en cualquier curva. Se trata de borrachos que cogen el coche de día después de pasar toda la noche de marcha, pensando que no los cazarán porque ya es de día, y acaban destrozando una familia.
Señores y señoras conductores y conductoras: Los ciclistas tienen derecho a ir por la calzada, al igual que un autobús a tiene derecho a pararse en las paradas, aunque obliguen al resto a ir más lento y a adelantar sólo cuando sea posible. Debemos entender esto para reducir el riesgo. Y mi consejo es que nos hagamos holandeses y todos vayamos en bici, así se acaba el problema del tráfico. Ea.
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