El 1 de Julio de 2024 nos levantamos prontito, sobre las 7:30, ya que es la ruta más larga de las previstas, con 138km y 2.400m de desnivel, Maribel. Desayuno de los campeones en casa. Elegimos la equipa rosa de manga corta, porque hace fresquete y un poco de neblina, pero se supone que vamos a superar los 20 grados soleados.

En realidad no vamos a subir sólo a los Lagos, si no que vamos a seguir la ruta del «Desafio Gran Fondo Lagos de Covadonga«.

La ruta es espectacular, sumado a que representa nuestra primera experiencia ciclista con esta indisoluble mezcla de verde, mar y montaña. Hacemos una parada fotográfica en la playa de Ribadesella, con gili-caída del tigre incluída subiendo un bordillo, pero que sin que ningún animal resultara con heridas de consideración. Decidimos que queremos practicar Surf un dia del viaje, toma ya.



La subida a los Lagos se supone que es el plato fuerte del día, pero el primer puerto hasta el Alto de la Tornería nos saca de puntos, con rampones extenuantes. El segundo lo afrontamos más con más suavidad y tras casi 100km de ruta, nos plantamos en el Santuario de Covadonga, mítico lugar fundado por Don Pelayo, el primer Rey de Asturias.

Comenzamos la subida, unos 12km y 1000m de desnivel, lógicamente hay que hacerla cada uno a su ritmo. Carlos tiene principio de pájara y se para a repostar cocacola. Miguelillo se queda un poco rezagado y por delante pronto nos dividimos en dos grupos, Berli y Emi en cabeza; y Joaquin y Tigre a la zaga.
La primera parte entre bosques es dura pero asequible, el escenario también ayuda. Pero pronto va cambiando el paisaje a alta montaña, se pierde la vegetación y se nos nubla el cielo. Comienza la parte realmente dura: “la Huesera», 1,5 kilómetros al 12% de media con picos del 15%. El tramo se nos hace eterno, Joaquín (que ahí todavía no se llamaba Julio) y yo nos vamos animando mutuamente. Después pasamos junto al Mirador de la Reina (¿porqué todos los montes jodidos tienen nombre de Reina?), con pendientes del 14%, aunque la niebla nos resta casi toda la visibilidad. Cuando estamos a punto de coronar tenemos que sortear vacas tumbadas tranquilamente en la carretera, un espectáculo.

Después bajadita hasta el primer lago, el lago Enol, y a continuación una pequeña subida con el firme en mal estado hasta el segundo y último lago, el lago Ercina. Nos abrazamos los cuatro en el bar junto al lago para tomar una bebida reconstituyente, aunque Emi sufre un amago de infarto cuando una insensata le tira la bici al suelo. La niebla casi no nos deja disfrutar de las inigualables vistas.

En nuestro regreso, hacemos una parada junto al lago Enol porque se abre el cielo y la panorámica es impresionante. Habíamos dado por perdidos a nuestros compañeros cuando vemos al fondo del valle un objeto sospechoso de color rosa bajando rápidamente por la carretera. Subidón al ver que Miguelillo había conseguido la ascensión, Berli sale a su encuentro para escoltarlo hasta el lago Ercina, cositas de los aganipornis. Y mientras estamos haciendo tiempo tumbados como vacas en el prau, segundo subidón al ver que Carlos se había recuperado y nos pasa como una moto esprintando hacia la meta.

Ya con todos los pedales reagrupados, seguimos con la sesión de fotos. Dios mio, más que ciclistas parecemos instagramers adolescentes. La verdad que el paisaje lo merece, Jessi.



Bajada sorteando nuestras amigas las vacas buscando un bar abierto, tenemos más hambre que un ciclista subiendo los Lagos, encontramos sobre las 17h una sidrería donde bebemos sidra y choricitos, con música de Rocio Durcal, muy propia del entorno.
Llegada a casa con las patitas flojas, duchas, y a cenar fabada, zamburiñas y chuletones exquisitos en el «Restaurante Moreno» en Denis de Onis, de la mejor gastronomía de la ruta.
Casi le enfrío la cena a Carlos dándole la tigre-chapa-motivacional, tiene todo para ir delante, sólo necesita creérselo.

Y ya en casita, los dos veteranos se quedan echando la penúltima y contando batallitas al joven padawan Berli. Que la fiesta no pare, ya dormiremos cuando «espichemos», mañana más.
Como resumen del día, la experiencia ha sido incomparable, épica gracias la superación de todos. La subida a los Lagos es mítica para todos los ciclistas españoles, y sobre todo cuando la hemos hecho con 100km previos en las patitas. Pero el recuerdo es imborrable. Contemplar en el televisor cómo lo hacen los profesionales de la Vuelta, reviviendo cada tramo del recorrido, es un subidón aunque estés cómodamente sentado en tu sofá. Te conecta con este apasionante deporte, como si fuéramos uno más de ellos. Viva la puñetera bicicleta!.
Deja una respuesta