Las próximas entradas al blog van a intentar resumir el viaje realizado por 6 ciclistas de «Pedales Rotos» entre el 30 de Junio al 7 de Julio de 2024: Berli, Miguelillo, Emi, Carlos, Joaquin y el que junta estas letras, es decir, el Tigre.
Antes del Alba y sin viento fuerte de levante quedamos para esta cicloaventura en casa de Carlos en Alhaurin. A las 5 am de la mañana todavía no están puestas las calles, pero teníamos un viaje de más de 10 horas en coche por delante, había que salir lo antes posible.
El plan de ataque consistía en cuatro «majaretas» en el pedazo de Peugeot de Carlos (Dani, guiño, guiño) y los dos perroflautis en la furgona de Migueliillo, con las bicis en los techos y el portabicis. Parecía que íbamos en un autobús escolar de viaje de fin de estudios, por lo que las 14 horas de viaje se nos hicieron bastante llevaderas. Hicimos una parada para almorzar en un asador en Zamora, y nos «jincamos» el primer chuletón que nos hizo comprender que estábamos a otro nivel carnívoro. Le dimos una sorpresita al Berli con la tarta de celebración de cumpleaños, que ya casi es mayor de edad. Como crecen los chavales. |
El peugeot de Carlos demostró ser Premium (Dani, ¡comisión!) y se portó como un jabato en todo el viaje, y eso que parecía el coche de equipo del Movistar.
Fuimos cruzando la península hasta acceder a Asturias por los túneles que conducen al Embalse de la Luna, que supone un momento «oyoyoyo». Es como entrar en otra dimensión verde y montañosa.
La primera casa donde nos alojamos tenía un acceso por un bosquecillo idílico a las afueras de Cangas de Onís, y disponía de BBQ y una vaca en el porche como comité de bienvenida.
Contemplar las impresionantes vistas desde el balcon era el mejor premio para el desembarco asturiano de los chicarroncillos del sur.
Desmpaquetamos y salimos rápido para cenar nuestro primer cachopo con sidra, disfrutando la victoria de España-Georgia –¿hasta donde llegaremos?- en la terraza del restaurante de Angela en Cangas.
Una anécdota destacable, de entre las múltiples chalauras que íbamos haciendo, nos la proporcionó el retraso en la retransmisión del partido de nuestra tele frente al resto de teles del bar. Veíamos el gol varios segundos más tarde, así que en un momento dado, nosotros gritamos GOOOOOL para quedarnos con el resto de parroquianos –«a que molesta, ¿eh?, ¿a que molesta?»-, que se rieron con las tonterías de los malagueños.
Nos volvemos a casa prontito que mañana empieza lo bueno: La clásica de los Lagos de Covadonga.
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