El entrenamiento de la media maratón va viento en popa. Como era de esperar, peor de lo esperado, pero mejor de lo que podría esperarse. Sin trabalenguas: que no sigo el plan de entrenamiento a rajatabla, pero me estoy hinchando a correr y parece que voy a poder llegar a la meta. Todo el pescado está vendido (all the fishes are sold), estamos a dos semanas del evento. El sábado pasado he realizado mi record personal en distancia más larga, cuelgo aquí pantallazo del Strava:
En total 18 km con un promedio de 5:45/km, que es un tiempazo para mi, y que firmaba yo como tiempo final para mi primera media maratón. Teniendo en cuenta que me he quedado a 3 km de la distancia objetivo, ya se trata sólo de mover las piernas sin pensar. Si no hay lesiones o no me caliento mucho al principio, debería ser capaz de llegar.
Los últimos kilómetros me he venido abajo, 5:51, 6:01 y 6:11, con lo que el ritmo final el día de la carrera lo más probable es que sea mayor. La gente dice que con la adrenalina y el ambiente se tiende a ir más rápido que en los entrenamientos. Quien sabe. En realidad mi objetivo es «finisher», con lo que el tiempo final me da igual. El tiempo final me da igual. El tiempo final me da igual. El tiempo final me da igual.
Las 2082 calorías del Strava me sirvieron de carta blanca para pegarme un sábado a calzón tirao: patatitas, humus, doble ración de Cuscus, vinitos, cervecitas, tarta, más cervecitas… todo no puede ser castigarse por esas calles de Chicago.
Curiosamente, los dolorcillos del costado han desaparecido, yo pensaba que iban a dar más guerra, toquemos madera. Eso sí, de tanto correr, se me están poniendo los pies que dan penita: Resulta que se me han puesto algunas uñas «negras», con hematomas internos en un pulgar y en algún otro dedo. Al principio me he asustado, pero mirando en google resulta que es medio normal. «Bienvenido al club de los corredores», te dicen. Esto de correr no es sano. Yo estoy mirando soluciones para el verano, estoy tomando ideas, no se, no termina de convencerme…
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