Es extraño cumplir años en esta situación de confinamiento. Casi medio siglo. Hoy laboralmente ha sido un día bueno, productivo. Comienza el fin de semana con buen sabor de boca. No poder celebrarlo con la cercanía de los demás, sin una(s) fiesta(s) que se precie es un poco triste. Las videoconferencias son como un sucedáneo que no termina de saber igual. La cabeza está llena de preguntas, análisis, reflexiones. Me gustaría ser capaz de sacarlas con un mínimo de orden y calidad. Aunque todavía estamos escalando el pico de la tragedia sanitaria, ya se vislumbra la siguiente etapa de catástrofe económica. No somos conscientes, ni estamos preparados.
Quizás la principal reflexión es obvia y no me la ha enseñado el coronavirus, aunque lo haya puesto de manifiesto: ¿Qué es lo realmente importante en la vida?. No me importa el coche que no puedo usar. Ni la ropa que tengo. Ni los viajes que voy a hacer este verano. Ni incluso la casa donde vivo.
Lo que me importa es estar a gusto con mi familia en mi casa. Tener libertad para moverme donde quiera y cuando quiera. Poder jugar con mi sobrina. Poder montar mi bicicleta con mi grupeta. Correr. Nadar con mi club Alikindoi. Tomar unas cervezas con mis amigos. Hacer una fiesta con mis familiares. Acercarme a sin miedo a otras personas. Saber que siempre voy a tener una asistencia médica cuando la necesite. Que voy a tener trabajo y me van a pagar el sueldo.
Dentro de esta grave situación, mi entorno está bien. El confinamiento se hace tedioso, pero es el menos malo de los males que nos acechan. Que tu casa sea un bunker de ciencia ficción es algo que explota la cabeza. Sigo saliendo al balcón a las 20:00, liándola con el saxo, el Himno del Málaga, el Resistiré y el Superstition. Pero me cuestiono a estas alturas si deberíamos hacerlo. El mensaje en el ascensor ha ayudado a la vecina del 7, y el saludo forma parte del mismo. Hay que seguir.
Quizás no sea momento de ser pesimistas, porque ya no sirve de nada los planes B, hay que trabajar duro en el plan A. Hay que tener esperanza y arrimar el hombro. Siempre palante!
Deja una respuesta