Reconozco que a Carlos lo conozco poco. Y eso que Carlos de los tíos más fijos de la grupeta, es un error por mi parte. No puedo hacerle una entrada profunda, quizás no le haga justicia. Se le nota buena gente, un tío agradable y un poco tímido, prudente. La verdad que la vida parece que favorece a los que somos extrovertidos y folloneros, pero no hay nada malo en ser un hombre más tranquilo.

El tigre lo tiene que agarrar para que no se escape

A nivel ciclista Carlos tiene lo que se dice «un estilazo». Siempre viene con una equipación y la bicicleta impecablemente conjuntada, lo que se viene a decir un «pincelito» o «guapi». Ese era su apodo inicial, aunque cuando hemos descubierto que tiene un hermano muy parecido, se ha quedado con Melli. Y pedaleando, mientras los demás vamos dando bandazos para un lado y otro, Carlos mantiene la bicicleta en una vertical perfecta. Va redondo el tío.

Físicamente el mamón es un portento. Además del ciclismo, hace gimnasia funcional en casa. Con una barra colgada en una puerta y mucha fuerza de voluntad está el muchacho de anuncio (leches, parece que «pierdo aceite», jajaja).

Recientemente Carlos también se ha apuntado al grupo de modelitos de la grupeta para hacerle publicidad al Chino, normal. Yo estoy me estoy preparando para cuando se ponga de moda el estilo Curvi en el ciclismo. Lo voy a petar.

Y con su bicicleton nuevo no le falta un detalle, parece un mueble-bar de lujo

Carlos es compañero de trabajo de mi primo, y también conoce a mi amigo Juan. Mi teoría de la conexión mutua entre la buena gente se cumple una vez más.

Me encanta la sonrisa de Carlos disfrutando de la grupeta sin estridencias. Tirando delante cuando las cuestas se empinan. Pendiente de los demás. Aportando serenidad entre tanta gente follonera.

Carlos es como el aceite que llevamos en la cadena. Es fundamental, aunque no haga ruido. Precisamente por conseguir que nuestra bici, nuestra grupeta, no haga ruido.

Un tío grande, un lujazo estar a su lado. Go, Melli, Go.