Nadar en aguas abiertas en invierno es un reto. El «viruje» de meterse en el agua con 16 grados, aunque lleve uno puesto neopreno, incluyendo gorrito, es algo reservado para nadadores de verdad. La verdad que todo es un tema de actitud, porque la parte desagradable dura como un minuto, hasta que se entra en calor… y se duerme la cara, jajaja. 

Durante la semana se hace de noche pronto y el fin de semana, entre bicicleta, compromisos y natación en piscina el domingo, la natación en el mar casi no encaja en ningún momento.

Como tengo el privilegio de trabajar junto al mar mediterráneo, se me ocurrió la idea de nadar al medio día, antes de comer. Para ello, tengo el bañador, gorro, neopreno, etc. en una mochila en el maletero del coche.  Desde hace un mes, ejem. Pero ayer hacía un día magnífico (soleado, 21º), el agua estaba como un plato, y mi mujer de comida de navidad. Todas las condiciones a favor para ver si yo era un cobarder-friolero-de-la-pradera, o un nadador curtido en los mares del sur. Alguien me dijo no se que de que «no tenía coj…»  y se puso en marcha el dispositivo. Me cambié en el coche, y fui en bañador cruzando la calle el 12 de diciembre, con la suerte de no cruzarme con nadie del trabajo. Y como no podía ser de otra manera, la experiencia mereció la pena:

Lento, pero seguro.

Podríamos denominar que realicé la «Travesía Ayuntamiento-Diputación», de dos kilometrillos ida y vuelta. Mi nuevo reloj Garmin se portó bien aunque tenía muy poca batería. Parece que tiene más precisión que el suunto, pero yo creo que el algoritmo de filtrado de resultados es más eficiente, porque la ruta está como más «alisada». 

Esto de nadar en invierno en el Mediterráneo es «chichinabo», sino que se lo digan a mi amigo Apetor, el noruego, ese sí que sabe.  Aprovechamos para empezar con las felicitaciones de navidad!!

¿Frío nadando? Apetor Rules